la verdad de un corazón roto

Y si te digo la verdad,

tengo el corazón roto, otra vez, de una forma fatal.

Lo habías arreglado, lo habías curado,

pero tu decisión fue la misma que me dejó a tu lado.

¿Por qué? ¿Por qué no avisaste que esto iba a pasar?

Te podría haber amado menos para no tener que rogar.

No tendría que haber insistido sin ver el final,

y nada habría cambiado este sentimiento tan real.

Porque tu perdón no arregla la pena que siento,

no arregla sentarme en el piso a llorar con el tormento.

No arregla la charla con mi madre sin poder hablar,

no va a arreglar que deje de ser yo para ser alguien más.

Recordarla solo me hacía preguntar con gran dolor:

¿Qué me faltaba a mí para tu amor?

Probablemente sus ojos, su sonrisa y su cuerpo,

tal vez debía ser más arriesgada, más vanidosa en el intento.

Pero no pude, no porque yo no haya querido,

sino porque nunca me verías como la habías visto.

Y es un dolor que no se va,

porque nunca me verías como la viste a ella, jamás.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

amar y caer

triste indiferencia

al final